lunes, 30 de agosto de 2010

sin título

Nos defraudó la espera, nos frustramos frente a los resultados adversos, nos descorazonamos en relación con la enorme distancia frente a la meta. Fuimos, entonces, equilibrados con la objetividad del eterno presente determinado por la objetividad y la circunspección. Fuimos fortalecidos por la sabiduria y la ecuanimidad.
No estoy aislado pero lo parezco y si soy ajeno a la esencia voy al límite alinderado por los confines de la unidad disuelta en apariencia

jueves, 25 de febrero de 2010

expliaciones innecesarias

Si pido explicaciones, me las dan al antojo de quien al hacerlo quiere o intenta ser lo mas explícito posible. Lo mismo sucede cuando me las piden. Intento darlas circunstanciadamente. Hago ingentes esfuerzos para ser lo más explícito posible.
Si predomina la libertad absoluta con uno mismo o para con los demás en relación con sus puntos de vista, o con sus aspiraciones, no hay nada que hacer por cuanto sus puntos de vista o los propios son personalísimos y por su puesto pedir una explicación no aporta nada. Darlas lo mismo.
Se puede perder la cordura de un momento a otro. Si se pierde lo primordial es recuperarla de inmediato sin dejar avanzar el estado del desequilibrio.
El flujo constante del ascenso y el descenso de una escalera eléctrica con el variado contraste de los que suben o bajan sugiere una pasarela múltiple casi teatral en la que desfilan sin orden preconocido de aparición. Tamaños, edades, sexo, colores. Desplazamientos multidireccionales, locuras en desarrollo, universos simultáneos hilvanados o deshilvanados y nunca difusos o descontextualizados.
Ecuaciones resolviendo la unidad y términos resolviendo la lucha de contrarios. Los espectros atravesando la pulcra transparencia del cristal.

martes, 2 de febrero de 2010

instantáneas

El instante consciente porta las matemáticas de lo frágil, de la inmanencia, de lo efímero y así siguiendo hasta llegar a lo eterno que se perpetúa sin solución de continuidad. Permite la consciencia pura, la renunciación, el desapego, desistir del arraigo, permite ser feliz y liberado.
Escribir es caminar por entre la coyuntura de la letra, de la palabra y del párrafo, del camino largo de un relato, de un poema o un cuento. Una fotografía es el lenguaje de lo inmóvil de la imagen congelada.
El apego, el recuerdo con la carga de vivencia que encierra o aprisiona, inmoviliza o empuja, aleja o acerca. Vivir el instante es renunciar al pasado, al futuro, por el vacio en el que desaparece el dolor, la ansiedad o las expectativas. Es la igualdad, es el amor, es la meditación trascendental, es la muerte inevitable de la que no se regresa.
El camino, lo mismo que la vida, es el cruce obligatorio, es la pizarra, es el lienzo, la página en blanco, el día a día con sus altibajos y contrastes sentenciados por el aquí y ahora, ineludible y magistral, es el maestro, el artista, el hombre arquetípico en su retorno y su ascenso.

sucesos

Los acontecimientos, en un día, suceden sin atropellar, desfilan sin orden predecible, sorprenden con su evidente preeminencia y, como los párrafos de un texto literario, llevan a su lectura con la posibilidad de pulir, rehacer o mejorar dentro del estilo propio de quien los escribe o lee.
La ebullición de lo simultáneo sucediendo va contrastado con ritmo, con belleza, con sintaxis, con opción de aprendizaje y elaboración estética. Si se observa el ritmo interior o el exterior la percepción propia o para los otros, encaja dentro de patrones estéticos o enunciados de sabiduría, equilibrio o de mensaje colectivo que testimonian un mensaje de vida.

viernes, 15 de enero de 2010

MARCHANTE
No recuerdo cuando, ni como, ni en qué condiciones la vi por vez primera. La frescura de sus años reflejada en su rostro juvenil, en la gravedad de sus gestos y en una que otra sonrisa abrió las puertas a un éxtasis irreversible como los estados de gracia. La albura de su vestido de ángel y su alma de niña que pasa suspirando presentes, centrados o lejanos, movió demonios interiores y nos ancló en la oscuridad de los apegos.
Una mañana, al día siguiente, caminaba en la mitad de la primera línea detrás de los abanderados. Descendió del capacete de un vehículo y ahora camina en tierra firme con el desgreño del paso firme de un portaestandarte de vanidad y de autosuficiencia.
SAMARITANO

En medio de un torrencial aguacero el samaritano recogió, en su auto, a una anciana que se desplazaba, en compañía de un niño, a su ciudad de origen. Al subir al vehículo, como aceptación del ofrecimiento, la anciana exclamó con gran seguridad y dueña de sí: -“¡No sé si estuve muy de buenas o muy de malas!-“
El desenlace de su gesto le permitió una necesaria y profunda reflexión.

jueves, 14 de enero de 2010

Podré pensar en la ejecución de una danza pagana en medio de la celebración de una eucaristía en un templo católico. Un coro de niños cantaba al ritmo de la ejecución de una rutilante música instrumental ejecutada por músicos del mismo grupo. Un angelito, de luz, agitando un velo y las palmas rutilando con la magia imperceptible, confundida, discreta y escondida dentro de la algarabía de la gente reaccionando con verdadero frenesí y una locura colectiva que nos sacaba de la concentración. El éxtasis nos permitía retomar el hilo de tal manera que las escenas quedaban grabadas con la plenitud de lo vivido. Lo que cada uno dijo, lo que cada uno actuó, los gestos, las expresiones de un rostro colectivo, los ademanes….
Después, al mucho rato, en la cafetería de siempre estaba sentada Clara Luz en una mesa que parecía un pequeño altar. Cuello de bandeja y los hombros al descubierto amparando unos senos pequeños agachados como un par de ovejas pastando en un vientre sugiriendo las voluptuosas ondulaciones de formas sinuosas sugeridas con una vehemente maestría.
A Indiana Jones lo marcaba el sombrero, el bigote lo delataba, el cabello rojizo lo identificaba, las piernas largas lo hacían parecido a Eneas el de las tiras cómicas, las manos huesudas y la complexión física le venían como anillo al dedo a su camisa de cuadros y a sus bluyines americanos. Se busca. Le dije que en cualquier parte era un perseguido político menos aquí en donde con toda seguridad terminaría volviéndose un intolerante perseguidor.
Los aplausos son para el creador dijo la directora cuando terminó la actuación de los niños cantores, músicos y danzantes del templo.

Días después fui hasta la Feria del libro. Estuve confundido durante horas en el interminable torrente de una concurrencia colmando todos los rincones y cerrando filas en torno a las naturales expectativas de un evento en el que toneladas de papel encaraban la avidez del libro. Compulsos compradores, buenos precios, hallazgos insólitos y curiosos sumaban al lastre de quienes todavía soportamos el karma del peso de una biblioteca congestionada, abarrotada, atiborrada de libros en actitud de espera.
Caíamos en la tentación de seguir comprando. Un libro aquí, un paquete de varios volúmenes allá, una promoción de revistas ahí. Un movimiento colectivo y una enloquecedora circulación en todas direcciones de enormes cajas, paquetes, mochilas en las manos de cada visitante a lo mejor acosados, como yo lo estuve, por el exceso en los volúmenes de las compras.

En adelante habrá necesidad de arrojar el lastre y aligerar la carga que durante años he cargado.

domingo, 10 de enero de 2010

viernes, 1 de enero de 2010

Me siento a gusto en este espacio que frecuento a pesar de todo. Digo a pesar de todo porque, hoy, a diferencia de otras veces, he proliferado en miles de actividades que concentran placeres simultáneos. De esto no podía dar cuenta por varias razones: primero porque venía a leer periódicos o revistas y en esas lecturas pasaba horas enteras haciendo uso de niveles de concentración tan altos que el entorno no contaba para nada. Sólo lectura. Otras veces suelo escribir, actividad exigente en los niveles de atención máximos requeridos para atender el compromiso de hacerlo con la intención de lograr buenos resultados. En otras, camino, tomo fotografías y busco detalles para lograr excelentes registros. Miro, encuadro, enfoco y compongo. Hoy…vine con mi portátil e, inmerso dentro de sus posibilidades, he abierto, durante las primeras horas de la mañana, los correos de los cuales dispongo, abrí páginas en Internet, indagué, escuche voces, tomé notas, abrí opciones de búsqueda y por supuesto, las alas para un prolongado vuelo interior que hizo que me derritiera en el éxtasis divino que disparó esta reflexión. Cierto que aprendo mucho sin concentrarme. La contemplación me ha llevado de la mano de una fuerza desconocida desde la cual observo, como desde un alminar, todo lo que mis cinco sentidos contemplan al mismo tiempo. Todas las licencias se me permiten con una velocidad indescriptible y de vértigo inofensivo que, como en una cena servida con exuberancia, permite los placeres de cada componente en un plato exquisito. Escribo ahora en el portátil, escucho la podadora de césped, miro mis trebejos de mano extendidos sobre una vieja mesita abandonada en una de las casetas del parque, miro a lo lejos y me regocijo con animales, con vegetación y contrastes de paisaje, con las actividades de los jardineros en un ambiente apacible. Me siento rey en un universo de todos pero ausente de súbditos, libre de compromisos y de obligaciones. Libre en un paraíso terrenal ganado sin lucha, sin violencia, sin codicia. Un paraíso ganado, momento a momento, con la humilde disposición de quien contemplando y observando se fue a todos los lugares que sin excepción encuentran discreta la inconfundible expresión de lo divino. Estamos en un universo ardiendo con amor. En un Universo total en el que todos cabemos, en donde todo se concentra en la sublime y amorosa unidad. Aquí, en este ejercicio, a medida que escribo voy ejercitando el momento a momento y el paso a paso por entre el aquí y el ahora que es todo lo que hay y todo lo que soy. No en vano la literatura y el arte han ejercido por si solos la pedagogía y el secreto de la comprensión del esplendor del tiempo. ¿Donde nacen las historias? La ficción es el evidente poder de crear y el desarrollo de la capacidad de entretener. Esta es la opción de Vargas Llosa en su afán de compartir y difundir su arte de escritor. Unas bases elementales como mínimas, una libertad absoluta, un orden sincrónico como monorriel o como cauce, un narrador omnisciente, un tiempo, una tercera persona y toda esa parafernalia que ambienta un poder de convicción en el marco de una pequeña historia o en medio de una larga.