Los acontecimientos, en un día, suceden sin atropellar, desfilan sin orden predecible, sorprenden con su evidente preeminencia y, como los párrafos de un texto literario, llevan a su lectura con la posibilidad de pulir, rehacer o mejorar dentro del estilo propio de quien los escribe o lee.
La ebullición de lo simultáneo sucediendo va contrastado con ritmo, con belleza, con sintaxis, con opción de aprendizaje y elaboración estética. Si se observa el ritmo interior o el exterior la percepción propia o para los otros, encaja dentro de patrones estéticos o enunciados de sabiduría, equilibrio o de mensaje colectivo que testimonian un mensaje de vida.
martes, 2 de febrero de 2010
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